Todos en casa tenemos normas. A veces no somos conscientes de ellas porque ya forman parte de nuestra manera de vivir. Un niño de 2 años sabe, intuitivamente, que los papeles del despacho de su padre no se tocan. ¿Por qué? Porque en otras ocasiones que ha intentado coger esos papeles su padre se ha disgustado con él, por lo que concluye lógicamente que esos papeles no se deben tocar. Ya está hecha la norma.
Pero en otras ocasiones es conveniente dedicar un tiempo a pensar cuales queremos que sean las normas de nuestra casa así como los objetivos que perseguimos como familia. Los padres deberíamos dedicar un tiempo a hacer un proyecto de futuro involucrando a todos los miembros de la familia, estableciendo normas, objetivos y consecuencias. Se trata, sencillamente, de tener una dirección a donde dirigirnos.
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