¿CÓMO TRABAJAR LA IRA EN LOS NIÑOS? TÉCNICAS PARA ENSEÑAR A CANALIZAR LA RABIA

Las rabietas son episodios de comportamiento desafiante y emocionalmente intensos que los niños suelen experimentar, especialmente en las edades tempranas. Aquí tienes algunas técnicas para trabajar con las rabietas en los niños y enseñarles a canalizar sus emociones de manera más efectiva:
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Mantén la calma: Es fundamental que los adultos se mantengan tranquilos durante una rabieta. Los niños pueden sentir y absorber la tensión de los adultos, lo que puede empeorar la situación.
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Seguridad y empatía: Asegúrate de que el niño se encuentra en un lugar seguro durante la rabieta. Ofrece empatía y comprensión, diciendo cosas como «Entiendo que estés molesto/a» o «Puedo ver que te sientes enojado/a». Esto ayuda al niño a sentirse comprendido.
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Evita la confrontación: No trates de razonar con un niño durante una rabieta. Los niños en este estado emocional no pueden procesar la lógica de manera efectiva.
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Distrae o redirige: Si es posible, cambia la atención del niño hacia algo más positivo o interesante. Puedes ofrecer un juguete, una actividad o una pregunta para cambiar el enfoque.
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Establece límites claros: Antes de que ocurra una rabieta, comunica claramente las reglas y límites. Los niños necesitan saber qué se espera de ellos.
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Establece rutinas y horarios: Los niños suelen sentirse más seguros cuando tienen una rutina predecible. Esto puede reducir la probabilidad de rabietas debido a la incertidumbre.
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Ofrece opciones controladas: Cuando sea posible, da al niño opciones limitadas para que sienta que tiene algún control sobre la situación. Por ejemplo, «Puedes elegir entre estas dos camisetas».
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Enseña habilidades de autorregulación: Ayuda al niño a desarrollar habilidades para manejar sus emociones, como respirar profundamente o contar hasta diez.
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Elogia el buen comportamiento: Refuerza positivamente el comportamiento apropiado y la capacidad del niño para calmarse después de una rabieta.
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Modela el manejo de las emociones: Los niños aprenden observando a los adultos. Muestra cómo manejas tus propias emociones y frustraciones de manera positiva.
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Consulta a un profesional: Si las rabietas son persistentes, extremadamente intensas o interfieren significativamente en la vida diaria del niño, es aconsejable buscar la ayuda de un profesional de la salud mental o un terapeuta infantil.
Recuerda que las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil y que con el tiempo, a medida que los niños adquieren habilidades emocionales y de comunicación, tienden a disminuir. La paciencia y la consistencia son clave en el manejo de las rabietas, y el objetivo principal es enseñar a los niños a reconocer y expresar sus emociones de manera más adecuada.
Las rabietas son episodios comunes en la conducta de los niños pequeños, especialmente entre los 18 meses y los 4 años, con el pico de frecuencia alrededor de los 2-3 años. Estos episodios forman parte de su desarrollo evolutivo normal y saludable.
Para entender las rabietas, es útil considerar el funcionamiento del cerebro infantil. En los niños pequeños, el cerebro emocional tiende a dominar debido a su inmadurez. Esto significa que cuando se enfrentan a frustraciones, desilusiones, malestar o enfado por no lograr sus deseos, su respuesta suele ser emocional en lugar de racional. En estos momentos, los niños pueden llorar, gritar, patalear e incluso golpear objetos o a sí mismos. Durante una rabieta, no están en condiciones de escuchar, entender, razonar o comprender lo que se les dice. Esto se debe a que aún no han desarrollado las habilidades necesarias para gestionar y regular sus emociones, y necesitan la ayuda de los adultos.
Las rabietas son una manera de expresar la frustración que sienten. En última instancia, representan un conflicto entre los deseos del niño y las limitaciones impuestas por su entorno o por los adultos. Varios factores pueden influir en la frecuencia y la intensidad de las rabietas durante esta etapa:
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Sobreestimulación: Los niños pueden sentirse abrumados por la cantidad de estímulos que reciben.
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Negativas frecuentes: Si los adultos constantemente les dicen «no«, esto puede aumentar la probabilidad de rabietas.
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Fatiga, hambre o enfermedad: Las rabietas tienden a empeorar cuando los niños están cansados, hambrientos o no se sienten bien.
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Incapacidad para alcanzar objetivos: Los niños se frustran cuando no pueden conseguir lo que desean.
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Acumulación de tensiones: A lo largo del día, los niños pueden experimentar situaciones que no saben cómo manejar, y cualquier estímulo mínimo puede desencadenar una rabieta.
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Limitaciones en el lenguaje: Los niños pequeños pueden tener dificultades para expresar sus necesidades y comprender lo que se les dice.
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Egocentrismo: En esta etapa, los niños tienden a centrarse en sí mismos y en sus propios deseos.
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Límites poco claros: La falta de límites puede generar confusión si se les impide hacer algo que antes se les permitía.
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Necesidad de afecto: Los niños pueden tener dificultades para expresar sus necesidades afectivas y fisiológicas de manera adecuada.
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Intolerancia a la frustración: A menudo, los niños pequeños no comprenden que no pueden tener siempre lo que quieren y tienen dificultades para tolerar la frustración.
Es importante recordar que las rabietas no son un comportamiento planificado ni una muestra de falta de control por parte del niño. A menudo, están tratando de lidiar con emociones intensas para las cuales aún no tienen las herramientas adecuadas. Como adultos, nuestra tarea es ayudarles a aprender a gestionar sus emociones y enseñarles formas más efectivas de expresar sus necesidades y deseos.
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