¿CÓMO TRABAJAR LAS RABIETAS EN LOS NIÑOS? TÉCNICAS PARA ENSEÑAR A CANALIZAR LAS RABIETAS

¿CÓMO TRABAJAR LA IRA EN LOS NIÑOS? TÉCNICAS PARA ENSEÑAR A CANALIZAR LA RABIA

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Las rabietas son episodios de comportamiento desafiante y emocionalmente intensos que los niños suelen experimentar, especialmente en las edades tempranas. Aquí tienes algunas técnicas para trabajar con las rabietas en los niños y enseñarles a canalizar sus emociones de manera más efectiva:

  1. Mantén la calma: Es fundamental que los adultos se mantengan tranquilos durante una rabieta. Los niños pueden sentir y absorber la tensión de los adultos, lo que puede empeorar la situación.

  2. Seguridad y empatía: Asegúrate de que el niño se encuentra en un lugar seguro durante la rabieta. Ofrece empatía y comprensión, diciendo cosas como «Entiendo que estés molesto/a» o «Puedo ver que te sientes enojado/a». Esto ayuda al niño a sentirse comprendido.

  3. Evita la confrontación: No trates de razonar con un niño durante una rabieta. Los niños en este estado emocional no pueden procesar la lógica de manera efectiva.

  4. Distrae o redirige: Si es posible, cambia la atención del niño hacia algo más positivo o interesante. Puedes ofrecer un juguete, una actividad o una pregunta para cambiar el enfoque.

  5. Establece límites claros: Antes de que ocurra una rabieta, comunica claramente las reglas y límites. Los niños necesitan saber qué se espera de ellos.

  6. Establece rutinas y horarios: Los niños suelen sentirse más seguros cuando tienen una rutina predecible. Esto puede reducir la probabilidad de rabietas debido a la incertidumbre.

  7. Ofrece opciones controladas: Cuando sea posible, da al niño opciones limitadas para que sienta que tiene algún control sobre la situación. Por ejemplo, «Puedes elegir entre estas dos camisetas».

  8. Enseña habilidades de autorregulación: Ayuda al niño a desarrollar habilidades para manejar sus emociones, como respirar profundamente o contar hasta diez.

  9. Elogia el buen comportamiento: Refuerza positivamente el comportamiento apropiado y la capacidad del niño para calmarse después de una rabieta.

  10. Modela el manejo de las emociones: Los niños aprenden observando a los adultos. Muestra cómo manejas tus propias emociones y frustraciones de manera positiva.

  11. Consulta a un profesional: Si las rabietas son persistentes, extremadamente intensas o interfieren significativamente en la vida diaria del niño, es aconsejable buscar la ayuda de un profesional de la salud mental o un terapeuta infantil.

Recuerda que las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil y que con el tiempo, a medida que los niños adquieren habilidades emocionales y de comunicación, tienden a disminuir. La paciencia y la consistencia son clave en el manejo de las rabietas, y el objetivo principal es enseñar a los niños a reconocer y expresar sus emociones de manera más adecuada.

Las rabietas son episodios comunes en la conducta de los niños pequeños, especialmente entre los 18 meses y los 4 años, con el pico de frecuencia alrededor de los 2-3 años. Estos episodios forman parte de su desarrollo evolutivo normal y saludable.

Para entender las rabietas, es útil considerar el funcionamiento del cerebro infantil. En los niños pequeños, el cerebro emocional tiende a dominar debido a su inmadurez. Esto significa que cuando se enfrentan a frustraciones, desilusiones, malestar o enfado por no lograr sus deseos, su respuesta suele ser emocional en lugar de racional. En estos momentos, los niños pueden llorar, gritar, patalear e incluso golpear objetos o a sí mismos. Durante una rabieta, no están en condiciones de escuchar, entender, razonar o comprender lo que se les dice. Esto se debe a que aún no han desarrollado las habilidades necesarias para gestionar y regular sus emociones, y necesitan la ayuda de los adultos.

Las rabietas son una manera de expresar la frustración que sienten. En última instancia, representan un conflicto entre los deseos del niño y las limitaciones impuestas por su entorno o por los adultos. Varios factores pueden influir en la frecuencia y la intensidad de las rabietas durante esta etapa:

  1. Sobreestimulación: Los niños pueden sentirse abrumados por la cantidad de estímulos que reciben.

  2. Negativas frecuentes: Si los adultos constantemente les dicen «no«, esto puede aumentar la probabilidad de rabietas.

  3. Fatiga, hambre o enfermedad: Las rabietas tienden a empeorar cuando los niños están cansados, hambrientos o no se sienten bien.

  4. Incapacidad para alcanzar objetivos: Los niños se frustran cuando no pueden conseguir lo que desean.

  5. Acumulación de tensiones: A lo largo del día, los niños pueden experimentar situaciones que no saben cómo manejar, y cualquier estímulo mínimo puede desencadenar una rabieta.

  6. Limitaciones en el lenguaje: Los niños pequeños pueden tener dificultades para expresar sus necesidades y comprender lo que se les dice.

  7. Egocentrismo: En esta etapa, los niños tienden a centrarse en sí mismos y en sus propios deseos.

  8. Límites poco claros: La falta de límites puede generar confusión si se les impide hacer algo que antes se les permitía.

  9. Necesidad de afecto: Los niños pueden tener dificultades para expresar sus necesidades afectivas y fisiológicas de manera adecuada.

  10. Intolerancia a la frustración: A menudo, los niños pequeños no comprenden que no pueden tener siempre lo que quieren y tienen dificultades para tolerar la frustración.

Es importante recordar que las rabietas no son un comportamiento planificado ni una muestra de falta de control por parte del niño. A menudo, están tratando de lidiar con emociones intensas para las cuales aún no tienen las herramientas adecuadas. Como adultos, nuestra tarea es ayudarles a aprender a gestionar sus emociones y enseñarles formas más efectivas de expresar sus necesidades y deseos.

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